miércoles, 13 de junio de 2018

El Papa deja caer al obispo Barros (Caso Chileno)

El Papa Francisco manifestó desde mucho antes de su visita a Chile, y durante la misma visita, su apoyo al Obispo de Osorno, Monseñor Barros. Lo sostuvo, durante un tiempo, convencido de que era inocente de encubrimiento, hasta llamo a los fieles de la mencionada diócesis de tontos y zurdos. Ahora, tras reconocer su error y asegurar públicamente haber sido engañado, el Papa Francisco deja caer a monseñor Barros Madrid y la diócesis de Osorno respira, aliviada, pero con la incertidumbre de que va a pasar con el obispo, ya que solo se a dado a conocer su destitución mas no cual será su castigo.


Monseñor Juan Barros


La aceptación de la renuncia de Barros marca el comienzo de la “esperada purga” que se prepara a llevar a cabo el Papa Francisco en el episcopado de la Iglesia chilena, que ha perdido credibilidad ante la avalancha de acusaciones de abusos y encubrimiento.

Anuncio de las tres primeras acciones del Papa Francisco

El Papa Francisco no sólo aceptó la dimisión del obispo Juan Barros, de la diócesis de Osorno, sino también de otros dos prelados, que ya habían presentado la renuncia por límite de edad: Monseñor Gonzalo Duarte, también implicado en casos de abuso sexual, de Valparaíso, y Monseñor Cristian Caro, de Puerto Montt; este último a su salida pide perdón por su forma de actuar.

De los tres, solo Monseñor Barros, de 61 años, está por debajo de la edad de jubilación, los 75 años. Barros estuvo bajo el foco del creciente escándalo de abusos sexuales en la institución chilena desde que Francisco lo nombró obispo de Osorno en 2015, pese a que había sido compañero del sacerdote pedófilo más conocido de la nación sudamericana y de haber sido señalado por las víctimas, que dijeron que fue testigo de lo que ocurría e ignoró los abusos.

Además de aceptar la renuncia de los tres prelados, el Papa nombra administradores apostólicos al provincial mercedario, Ricardo Morales, en Puerto Montt; al auxiliar de Santiago, Pedro Mario Ossandon, para Valparaíso, y a Jorge Enrique Concha, también auxiliar de Santiago, para la conflictiva diócesis de Osorno.

Obispo Juan Barros y su caída


Visita de la comisión Scicluna-Bertomeu
Se ha publicado oficialmente el calendario de la segunda visita de los enviados del Santo Padre a Chile, el arzobispo de La Valletta, Mons. Charles Scicluna y Mons. Jordi Bertomeu, Oficial de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Estos enviados desarrollarán su trabajo en Santiago durante cuatro días: 12, 13, 18 y 19 de junio. En la mitad de la visita se trasladarán durante cuatro días a la ciudad de Osorno (14, 15, 16 y 17), para entrevistarse con los laicos de esa diócesis. Estos últimos podrían constituir el principal problema para la Misión vaticana.

Scicluna y Bertomeu en rueda de prensa

El obispo Juan Barros, nombrado por el Papa en enero de 2015, deje la diócesis relativamente pronto, a tres años y cinco meses de su designación. Además se espera que los otros obispos pertenecientes a la ex Pía Unión Sacerdotal de Karadima, que actualmente se encuentran en otras tres diócesis: Auxiliar de Santiago (Mons. Andrés Arteaga, enfermo), Linares (Mons. Tomislav Koljatic) y Talca (Mons. Horacio Valenzuela) puedan también ser cesados de sus funciones.

En este ámbito la Misión de Scicluna-Bertomeu no debería encontrar grandes dificultades, salvo algún sacerdote anciano escandalizado por el hecho, inédito, de que grupos de laicos "se atrevan a desafiar una decisión del Papa" y lograr que el Papa tenga que retirar de sus funciones un obispo en plenas facultades.

Por último, en el plano teórico pero a partir de consideraciones relacionadas con el informe que presentaron Scicluna-Bertomeu al Pontífice al concluir la primera Misión del mes de febrero pasado, se pueden plantear otros temas que los enviados deberán afrontar, siempre dentro del contexto de la naturaleza específica del encargo recibido, que consiste en escuchar, reunir información y elaborar posibles escenarios para las reflexiones del Papa.

El primer tema se refiere al nombramiento de los obispos. El caso Barros, en Chile pero no solo en ese país, ha vuelto a plantear con cierta fuerza el debate sobre los criterios y mecanismos que la Santa Sede, y el Papa, utilizan desde hace siglos para la elección y nombramiento de los ordinarios diocesanos. Se ha vuelto a hablar de la participación de las comunidades cristianas en el proceso que conduce al nombramiento del pastor, tal como ocurría en el primer milenio del cristianismo.

Algunos laicos de Osorno así como algunos teólogos y estudiosos chilenos, hace ya tiempo que piden y escriben que no es suficiente la renuncia de Mons. Barros para dar una verdadera señal de cambio en la Iglesia; es necesario introducir también alguna forma de consulta del laicado en los nombramientos episcopales futuros y próximos. Hace varias semanas que diversas publicaciones plantean una idea a la que ya hicimos referencia en el pasado: en Chile, durante muchos años, el principio de sentido común según el cual "no se debe imponer un obispo a los que no lo aceptan" no se ha respetado seriamente.

Este principio eclesiológico fundamental, sancionado en un decreto del Papa Celestino I, en su formulación completa dice: “No se imponga ningún obispo a los que no lo aceptan. Se requiere el consentimiento del clero, del pueblo y de los ordenados”. Pero esta cuestión no se circunscribe solo a la diócesis de Osorno sino que obviamente incluye a todos los obispos que el 17 de mayo presentaron su renuncia al Papa Francisco y en el pasado estuvieron relacionados con Karadima. Vale decir que la misma situación se podría plantear en la diócesis de Santiago, una de las cuatro donde hay obispos que ya cumplieron 75 años y su mandato fue prorrogado, pero hay que nombrar un sucesor, como el cuestionado cardenal Ezzati, actual Arzobispo de Santiago.



Cardenal Ricardo Ezzati

En otras palabras, las decisiones que se tomen en el caso de Osorno y Monseñor Barros no se pueden limitar a una parte del país sino que necesariamente tendrán una repercusión a nivel nacional, en las otras 31 diócesis y esperemos a toda la Iglesia en el mundo ya que en muchas diócesis hay casos muy similares que se requiere la atención de la Santa Sede.  Y aprendamos de los fieles de Osorno que con persistencia, y sobre todo, con la verdad por delante han logrado la remoción del Obispo que era una vergüenza para la Iglesia, porque no levantar nuestra voz y pedir al Papa que vea el caso de los obispos del Perú: del obispo del Callao, que tanto daño hace a los fieles, o de otros obispos que tienen miedo al escándalo pero siguen ejerciendo la coacción para seguir en el poder.

Imagen relacionada
Obispo del Callao

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