miércoles, 20 de marzo de 2019

El cardenal Barbarin y la extraña política Papal

El Papa no ha aceptado la renuncia que le ha presentado el cardenal Barbarin, pero Barbarin anuncia que se retira. ¿Estamos ante el último de los retorcidos “no, pero sí” que caracterizan tan a menudo los nombramientos y ceses de este pontificado?.  Lo ha hecho ya tantas veces que no caeremos en la ingenuidad terminal de achacarlo a la mera casualidad. El cardenal francés Philippe Barbarin, imputado por el Estado francés acusado de encubrir delitos de pedofilia, ha presentado al Papa su renuncia como arzobispo de Lyon, y Francisco no se la ha aceptado, pese a lo cual el cardenal ha anunciado que se hará a un lado.

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Cardenal Barbarin anuncia que se retira de su cargo 

Si hay un aspecto en el que la ambigüedad y la confusión alcanzan el paroxismo en este pontificado donde ambigüedad y confusión abundan, ese es el extraño capítulo de la política papal de recursos humanos, es decir, a quién "ficha" y a quien despide.

¿Cómo queda la cosa? 
Recordamos cuando el escándalo de la manipulación física de una carta del Papa Emérito (haciéndole decir lo contrario de lo que decía) obligó al primer director de la flamante nueva oficina de comunicación vaticana, Edoardo Viganò, el hombre que iba a meter las añosas comunicaciones de la Santa Sede en el Siglo XXI, a presentar su renuncia. Su Santidad se resistió inicialmente cuanto pudo y, cuando ya era imposible seguir manteniéndolo, aceptó la renuncia en una elogiosísima carta en la que, al mismo tiempo, le nombraba asesor de la misma oficina con funciones tan vagas como para pensar que seguía como estaba.

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Otro tanto hizo con el cardenal Donald Wuerl. Wuerl, amigo del defenestrado McCarrick y su sucesor al frente de la Archidiócesis de Washington, se halló en el centro del huracán de los encubrimientos al aparecer citado más de sesenta veces en el alegado del Gran Jurado de Pensilvania, en referencia a su desastroso manejo de los casos de pedofilia cuando era obispo de Pittsburgh.

Una vez más, el Papa Francisco hizo oídos sordos a las voces de miles de fieles y de perplejos comentaristas que no entendían cómo Wuerl podía seguir en su cargo, "con la que estaba cayendo" y le mantuvo en el cargo hasta que la situación se hizo insostenible. Y también entonces aceptó su renuncia (que llevaba tres años en un cajón) con una carta en la que ensalzaba la figura de Wuerl y le rogaba que, mientras se elegía un sustituto, se mantuviese al frente de la diócesis como administrador apostólico. A día de hoy, la importantísima arquidiócesis capitalina sigue oficialmente vacante o, si lo prefieren, Wuerl sigue siendo oficiosamente arzobispo.

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Cardenal Donald Wuerl

Parece claro que a Su Santidad no le gusta que la presión pública le obligue a destituir a la gente sobre la que se apoya, mucho menos si la ha nombrado él, y hasta cuando cede al clamor popular o a la evidencia insoslayable lo hace de esta manera tortuosa, como si quisiera dejar claro a los "demandantes" quién manda aquí.

Lo vimos con el obispo Juan Barros. Barros era uno de los discípulos del sacerdote chileno condenado por pedofilia Fernando Karadima, y las víctimas de este último aseguraban que estaba presente en muchos de los abusos del sacerdote, sin hacer nada. El Papa Francisco se empeñó en hacer a Barros obispo de Osorno contra la opinión mayoritaria del episcopado chileno, una situación insólitamente irregular, y cuando arreciaron las protestas de los grupos de víctimas llegó a calificarles de “calumniadores”.

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Polémico Obispo Juan Barros

También, entre los primeros nombramientos episcopales de su pontificado, hizo obispo de Orán, en la provincia argentina de Salta, a su amigo Gustavo Zanchetta, con quien había intimado cuando este trabajaba para la Conferencia Episcopal Argentina. Monseñor Zanchetta carecía de los requisitos habituales en un obispo y también en este caso se saltó el Santo Padre el procedimiento habitual en el nombramiento de obispos, que consiste en elegir un nombre de una terna elaborada por los colaboradores directos del obispo difunto o retirado y sus antiguos colegas, a través de la Congregación para los Obispos.

Inmediatamente, al conocerse su nombramiento, aparecieron en la prensa argentina informaciones en las que quienes habían tratado con él denunciaban inquietantes rasgos de su carácter y, en efecto, tras pocos años de ejercicio presentó una renuncia tan precipitada que ni tiempo tuvo de despedirse de feligreses o sacerdotes. Aunque alegó razones de salud, se acabó sabiendo que había sido denunciado por abuso de poder y abusos sexuales, nada de lo cual impidió a Papa Francisco encontrarle refugio a su lado, en Santa Marta, y un alto cargo en la inmobiliaria de la Santa Sede, la APSA.

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Amigo del Papa Francisco, Mons. Gustavo Zanchetta

Otros de sus nombramientos u objetos de evidente trato de favor han tenido más suerte, manteniendo el apoyo papal contra viento y marea. Y ese favor papal parece complacerse en desafiar a sus críticos frontalmente. El Cardenal Óscar Rodríguez Maradiaga sigue siendo su "hombre" en Latinoamérica y el coordinador de la ‘junta’ papal, el consejo de cardenales que le asesora y se conoce (ahora) como C 6, pese al voluminoso dossier que se trajo de su Honduras natal el equipo de investigación vaticano, en el que se la acusaba de enjuagues financieros en los que se perdió muchísimo dinero (en el país más pobre de Hispanoamérica) y de consentir las relaciones abiertamente homosexuales de su mano derecha, el obispo auxiliar Pineda. Este, al fin, tuvo que presentar la renuncia, pero Maradiaga sigue siendo intocable.

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El intocable cardenal Óscar Rodríguez Maradiaga

Dejó el Papa Francisco con la boca abierta a sus críticos y a muchos de sus leales cuando nombró a un hombre del ex-cardenal McCarrick, el cardenal Blase Cupich, arzobispo de Chicago, para organizar la minicumbre sobre la lucha contra el encubrimiento de abusos sexuales clericales que había provocado, precisamente, el caso del ex-cardenal McCarrick. Se sabe que el cardenal había sido el hombre que dio al Vaticano el nombre de Mons. Cupich para Chicago, un nombre que no aparecía ni entre los diez primeros de la lista elaborada por la diócesis.

Similar responsabilidad tuvo ex-cardenal McCarrick en el nombramiento de, al menos, otros dos obispos americanos: Joseph “Nighty-night” Tobin, de Newark, y Kevin Farrell, a quien el Papa encumbró como prefecto para los Laicos, la Familia y la Vida.

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Cardenales nombrados por intersección de McCarrick

Apenas hay un nombramiento papal que no premie adhesiones inquebrantables o parezca diseñado para enfurecer o desconcertar a sus críticos, y solo nombrarlos daría una lista interminable, así como no hay forma de que le dé la vuelta a una renuncia de uno de los suyos cuando se ve obligado a aceptarla.

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