Papa Francisco con miembros de la Comunidad Europea
Parece lógico que, dada la machacona insistencia de Su Santidad en defender la inmigración masiva de África hacia Europa, sin distinción entre legales e ilegales, refugiados e inmigrantes económicos, ni restricción de número, la Santa Sede abrazara con entusiasmo el Pacto Global que ha presentado la ONU y que representa la mayor ofensiva explícita contra el derecho de los Estados a controlar sus fronteras. De hecho, el texto repite la palabra "derechos" en 112 ocasiones, la mayoría para expresar un supuesto derecho humano a migrar desde cualquier país a cualquier otro.
Pero nada de esto, ni siquiera el hecho de que el cumplimiento del Pacto prevé que se vulnere la libertad de expresión con respecto a la inmigración, haciendo punible toda crítica, es lo más preocupante. Lo es, en cambio, el hecho de que el abigarrado texto contenga referencias a los "derechos reproductivos" de los inmigrantes, incluyendo el fácil acceso al aborto, y a otras disposiciones al dictado del ‘lobby LGBT’.
El Vaticano, como no podía ser menos, ha presentado “reservas y comentarios” sobre las secciones del pacto que incluyen la distribución de condones y los “servicios de salud reproductiva y sexual”, que incluirían el aborto. La Santa Sede ha señalado que estas provisiones “ni representan un lenguaje consensuado en la comunidad internacional ni están en línea con los principios católicos”. Aun así, el Vaticano urge entusiasta a la adopción por parte de todos los Estados del texto elaborado por la ONU.
¿Estamos otra vez a punto de caer en la trampa de la "túnica inconsútil"? ¿Se nos animará de nuevo a los católicos a “no obsesionarnos” por las políticas de vida y familia? Cuando, a principios de su pontificado, el Papa Francisco sorprendió a los fieles con esta recomendación, encontramos el medio de justificarla. Es obvio que la Iglesia comparte con los seguidores de la Ley Natural la defensa de la familia y la vida, y que ni la defensa de la vida desde la concepción a la muerte natural ni la oposición al llamado ‘matrimonio homosexual’ eran cuestiones específicamente católicas. La misión primordial de la Iglesia es predicar la salvación y el mensaje de Cristo. Las consecuencias morales de este mensaje se deducen del mismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario