Preocupación entre los obispos españoles???
Los paños calientes no convencen. Y algunas voces más autorizadas del Vaticano en esta materia creen que la comisión creada por la Conferencia Episcopal Española carece de utilidad. Especialmente habiendo colocado en un momento tan delicado (los abusos se han convertido en el tema crucial del Pontificado y en una prioridad personal de Francisco) al obispo de Astorga, Juan Antonio Menéndez, como presidente de la misma. Un prelado conocido por instruir de modo insuficiente las agresiones sexuales prescritas de un sacerdote de La Bañeza (León) que ocultó a la opinión pública. Pese a disponer en su diócesis de uno de los pocos protocolos que obligan a denunciar a la justicia ordinaria los casos de abusos, no está clara su disposición a influir en el resto del episcopado español en la implementación de medidas que, efectivamente, protejan a la infancia y persigan los delitos sexuales cometidos por el clero.
Una preocupación constante para el Papa Francisco
La creación de esta comisión se percibe como una operación de "lavado de imagen" sobre todo un modo de hacer hasta la fecha. Una improvisada salida ante la histórica reunión de obispos el próximo febrero en el Vaticano convocada por Francisco para tratar el tema de los abusos. “Lo mejor para que algo no se sepa es crear una comisión”, ironiza un alto representante religioso de la curia. Cuando el Papa Francisco se reúne cada semana con víctimas en el Vaticano y ha convivido con ellos en su residencia de Santa Marta, se echan también de menos gestos y empatía en España, señala un obispo español que frecuenta la Santa Sede. El malestar también alcanza a algunos importantes eclesiásticos españoles, que consideran “poco serio” que en la comisión haya gente como Silverio Nieto, controvertido por su participación en el caso de abusos del colegio Gaztelueta (fue acusado por las víctimas de "engaño"), u otros canonistas que no son expertos en Derecho Penal, como Jorge Otaduy y Carlos Morán.
El problema, además, es que es un órgano pobre en su representación: faltan expertos independientes y algunas personas sostienen que sería mucho más efectivo si se tendiera hacia una comisión mixta con las autoridades civiles españolas. Una plataforma donde pudieran participar víctimas y algún representante del Estado, ya que la legislación en la materia no compete solo a la Iglesia. Justamente, en uno de los puntos cruciales que señalan las asociaciones y autoridades en la materia, como el arzobispo de Malta y hoy secretario de la Congregación por la Doctrina de la Fe, monseñor Charles Scicluna, (la obligatoriedad legal de la Iglesia de denunciar a la justicia civil cualquier caso) no será posible llegar a ningún avance sin los Estados correspondientes.
El Vaticano tiene que afrontar los continuos escándalos
Las investigaciones estimulan el aumento de denuncias
Las investigaciones llevadas a cabo el Vaticano, especialmente el caso de Chile, donde los obispos dimitieron en pleno al demostrarse el escándalo de los múltiples abusos del sacerdote Fernando Karadima y la ocultación sistemática del obispo Juan Barros, han estimulado el aumento de las denuncias en el último año. La transparencia en cuanto a número de procedimientos, condenas y absoluciones brilla por su ausencia. Pero si normalmente llegan una quinientas demandas al Vaticano por Delicta Gravioria (y la gran mayoría se confirman), este año se alcanzaría una cifra cercana al doble. No sería un récord histórico, pero sí el máximo en la última década. No es que haya más casos, sino que la expeditiva y ejemplar resolución de casos como el chileno han incrementado la confianza de las víctimas en el sistema a la hora de denunciar.
El principal problema, según suelen contemplar expertos vaticanos como Hans Zollner (también ha declarado que el episcopado español podría hacer más en esta cuestión), es la falta de formación y de mentalidad en la lucha contra los abusos. Demasiados casos han sido silenciados durante años, incluso por los obispos, que han impedido que llegasen a Roma alegando que no había una denuncia, para así evitar el escándalo. Sin embargo, ese argumento no se aceptaría, pues la mera aparición en prensa de una denuncia, figura legal llamada “notitia criminis”, como está llevando a cabo este periódico en las últimas semanas, se considera ya motivo suficiente para la apertura de una investigación.
España, como los países latinoamericanos, sigue en la órbita de los Estados Unidos atrasados en esta cuestión. Los países más avanzados en la prevención y la denuncia son los anglosajones y Alemania, Francia y Países Bajos, donde se denuncian ya prácticamente todos los casos. La otra esfera de la lucha contra los abusos es África y Asia, donde no se denuncia prácticamente nada. Ese, será el gran reto de la Iglesia en los próximos años.
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