Cura José Manuel Ramos Gordón, condenado de abusos de chicos en La Bañeza.
Sus dardos van contra el obispo de Astorga, monseñor Juan Antonio Menéndez, quien se negó a abonar la indemnización prometida por la diócesis con la excusa de que "sería prevaricación"; contra los obispos españoles: escribió a las 70 diócesis relatando su horror, pero sólo los cardenales Omella y Blázquez le han respondido; y apela ahora al Papa Francisco, a quien escribe, por tercera vez, para exigir que "acabe con la impunidad" de los depredadores sexuales, y sus encubridores, en la Iglesia.
A finales de los años 80 sufrió abusos sexuales en el Seminario Menor de La Bañeza (Astorga, León) a manos del cura José Manuel Ramos Gordón. Esos abusos marcaron su vida. Nadie quiso responder en la Iglesia, sumiéndolos en una completa oscuridad. Tras intentar, infructuosamente, que se hiciera justicia en la diócesis, Javier escribió a todos y cada uno de los obispos españoles. Sólo el cardenal de Barcelona, monseñor Juan José Omella; y el presidente de la CEE, monseñor Ricardo Blázquez, se dignaron a contestarle. Monseñor Omella, además, se comprometió a hacer llegar su carta al Papa Francisco.
Tras siete meses, sin respuesta papal, Javier decide hacerla pública. En la misma, la víctima de abusos de Astorga, "con el corazón en un puño y roto de dolor", pregunta al Papa Francisco. "¿Las ha leído?, ¿Se las han hecho llegar?,¿alguien las está encubriendo para decir después que no tenía conocimiento alguno de la situación?"
Javier denuncia ante al Papa Francisco a varios sacerdotes, al antiguo vicario y ex obispos de Astorga, que "encubrieron, permitieron, avalaron, ampararon que su sacerdote Ramos Gordón abusara de mi hermano y de mí repetidamente. Se iban a dormir siendo conocedores de los salvajes, atroces y crueles actos".
Sobre el actual obispo, monseñor Menéndez, "dice que no puede hablar, que es la Santa Sede quien tiene que hablar". "El mismo silencio, omisión y ocultación continúan. Su Obispo no castiga al encubridor (Javier Redondo), le otorga un ascenso, le premia haciéndole Vicario. Su obispo mirándome a la cara, me dijo que personalmente haría cumplir el ridículo e insultante castigo impuesto a Ramos Gordón (Un año apartado), tiempo en el que le permitió oficiar misas y recibir homenajes. Le protege, le ampara y defiende".
Mons. Juan Antonio Menéndez, Obispo de Astorga
"Basta de excusas, queremos justicia, una justicia real, con su condena y su reparación. No más desprecios, el mundo sabe ya la verdad. Esa verdad horrenda que algunos pretenden justificar ante lo injustificable", culmina Javier, quien lamenta que desde su aparición en Salvados, el pasado mes de diciembre, "recibí cientos de miles de mensajes de apoyo, aliento, comprensión y cariño. Sentí el calor de muchísima gente de buena voluntad. '¿Alguna respuesta por parte de la autoridad Eclesiástica?', me preguntaron.....SILENCIO, SOLO HAY ABSOLUTO SILENCIO".
Y es que, afirma, "la cultura del silencio, donde las heridas del alma se negaban, se callaban, se omitían, se escondían, de eso se valieron todos los culpables y criminales para ocultarlo durante demasiado tiempo. ¡Ya basta!. Es hora de ver que realmente la iglesia está dispuesta a aceptar sus crímenes, condenarlos y reparar los atroces actos", termina su carta Javier, que suplica al Papa "que escuche mi clamor de justicia". Siete meses después, la carta sigue sin ser contestada.
El horror en primera persona
"Don José Manuel se acercaba a mi cama, introducía sus dedos por mi ano mientras se tocaba con la otra mano, las silenciosas lágrimas que yo derramaba no eran para él un impedimento ni un límite y solo te quedaba pensar que el tiempo pasaría y que terminaría pronto, apretabas los ojos y respirabas, no podías hacer nada más, hasta que por fin terminaba y notabas el asqueroso, húmedo y caliente fluido que había derramado encima de ti.
Cuando ya se había marchado, tenía que levantarte, tembloroso, llorando y atravesar descalzo el dormitorio para ir a lavarte con agua fría y retirar de tu cuerpo el vomitivo semen que tenías encima. Jamás he podido quitarme la mácula con la que condenó a vivir el resto de mis días y me frustra haberle dado el gusto de haber mantenido en silencio tan repulsivo secreto.
Seminario Menor de La Bañeza (León-España)
Cuánto extrañe los brazos de mi madre, el cobijo de su pecho, sentirme como cualquier otro niño, protegido en su regazo, saber que nada malo podía pasarme mientras estuviera allí. Cuántas veces quise decírselo, las mismas que callaba por temor, sin saber si lo que vivía era normal aunque en mi interior, ya conocía la respuesta. Esto condicionó mi futuro, me robaron mi infancia, mi ilusión, mi inocencia. Mientras las demás niños de mi edad estudiaban y soñaba con un futuro, a mí me negaron el mío.
Para mi hermano ya no hay ayuda, porque la vida me lo arrebató pero yo no puedo vivir con esto más tiempo, y es por ello que no quiero callar más, me siento burlado y engañado y quiero que el mundo conozca mi verdad. La verdad, esa verdad que nos hará libres y no la que se está haciendo creer con las celebraciones y actos de ensalzamiento a la trayectoria canónica de un párroco que, lejos de prácticas las enseñanzas de Nuestro Señor, oculta su cara y sus más rastreros instintos bajo unos hábitos manchados de pecado".
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