Monseñor Walter Rossi, acusado de acoso sexual
El cardenal Donald Wuerl, uno de los principales facilitadores de la mafia gay, naturalmente aprobó la elección de ex-cardenal McCarrick y ha envalentonado a monseñor Rossi en su espantosa dirección de la Basílica. Según hemos podido saber monseñor Rossi mantiene un nido de amor gay en Fort Lauderdale, como ya informó para Emmett Tirrell Jr. una fuente cercana a los obispos. “Él comparte un elegante condominio en la playa en Fort Lauderdale con un sacerdote de Scranton“, dijo esta fuente. Efectivamente, eso se puede comprobar al escribir el nombre de Walter Rossi en los registros de propiedad de Fort Lauderdale, donde aparece como propietario junto a Andrew Hvozdovic (el cual puede localizarse en Google como párroco de una parroquia católica en la diócesis de Scranton) La dirección de correo de los propietarios corresponde a la mansión, cerca de la cancillería del cardenal Wuerl, donde vive monseñor Rossi cuando trabaja en la Basílica. Y me dicen que monseñor Rossi vive en ella con otros miembros del personal del Santuario Nacional de la Inmaculada Concepción.
Pero con su cuerpo la historia es distinta. Según los alumnos de la Universidad Católica, monseñor Rossi se les insinuaba, y llegó a insinuar que estaría preparado para un trío, recordó un graduado de la CUA, que tenía un compañero de habitación gay con el que Rossi estaba demasiado familiarizado.
“Rossi tuvo una aventura con Matthew Riedlinger”, dice un miembro de la Iglesia. “Riedlinger era un seminarista de Ohio, y Rossi se apoyó en McCarrick para llevar a su amante allí ”. Pero alrededor de 2013, Riedlinger se metió en problemas por intentar captar a niños menores de edad. Desde entonces ha dejado el sacerdocio y se ha casado con un "tipo”, informan.
Con esto nos podemos hacer una idea de qué tipo de clérigos gays y depredadores dominan la Iglesia, con el silencio y/o complicidad de obispo, cardenales y del Papa. Lo más sorprendente es que dicen que monseñor Rossi, a pesar de toda esta falta de vergüenza, y a pesar de su estatus de mafioso junto al criminal, el ex-cardneal, McCarrick y al deshonrado cardenal Donald Wuerl, todavía espera que el Papa Francisco lo convierta en obispo. Abajo, en Fort Lauderdale, en su lujosa residencia, sin duda sueña con ocupar un palacio episcopal, quizás incluso el la sede del cardenal Wuerl.
Y no se crean; que todo es posible. Todo es posible en una Iglesia asombrosamente disfuncional y secuestrada por la Mafia Gay (y por un Papa cuyos nombramientos a destacados activistas LGTBI para puestos de relevancia parecen decir, con descarado relativismo: ¿Quién soy yo para juzgar?)
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