El cardenal Pell fue llamado al Vaticano por el propio Papa Francisco
El caso del purpurado australiano está envuelto, no obstante, en una atmósfera de incertidumbre y dudas. Cuantas personas lo han estudiado con cierto afán de imparcialidad han concluido que hay algo extraño en él, algo que no encaja. Eso le ocurre precisamente al prefecto emérito de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el cardenal Gehrard Müller, quien considera evidente la inocencia de Pell: ‘Las acusaciones en su contra son absolutamente increíbles, imposibles. Carecen de pruebas, son contra toda evidencia’.
El cardenal Pell,era miembro de la cúpula del Vaticano, hoy condenado por pederastia
Pero las suspicacias respecto al proceso del cardenal australiano no se constriñen a personas que, como Müller, han sido relegadas a un segundo plano durante el actual pontificado. También se extienden a cardenales muy cercanos, increíblemente cercanos, al Papa Francisco; cardenales que hoy gozan de notable influencia.
Hace unos meses uno de estos cardenales influyentes, miembro del C 9, y con indudable autoridad moral en la lucha contra la pederastia, me transmitió sus sospechas respecto al caso. De acuerdo con él, todo podría tratarse de una jugada de la mafia vaticana para frustrar las reformas económicas y financieras que, de modo eficaz, estaba impulsando Pell en el citado C9. Cuando le pregunté, sorprendido, si los tentáculos de la mafia italiana podían llegar a Australia me contestó con seriedad: “Ni te puedes imaginar su alcance”.
Una historia ya conocida
Casualmente, muchas de las personas que se han esforzado por adecentar las finanzas vaticanas han corrido la misma suerte. Por un motivo o por otro, su afán siempre se ha visto frustrado.
Para empezar, podemos referirnos al caso, especialmente desconcertante, de Ettore Gotti Tedeschi. Designado por Benedicto XVI como presidente del Instituto para las Obras de Religión (popularmente conocido como "banco vaticano") en 2009, Tedeschi se afanó en incrementar la transparencia vaticana, y en independizar los organismos financieros del poder omnímodo del cardenal Bertone. Y quizá llegó más lejos de lo que ciertos poderes ocultos podían tolerar: en 2012 fue apartado de su cargo sin el beneplácito de Benedicto XVI, y mientras los funcionarios vaticanos le acusaban, abiertamente, de desequilibrado mental.
No sólo el Pontífice nunca consintió la destitución de Gotti Tedeschi, sino que, tal y como relata en sus Últimas conversaciones, ésta, que fue anunciada como una decisión personal del Papa, le sorprendió viendo las noticias en la televisión: “Supe por las noticias que yo había destituido a Gotti Tedeschi”. En este mismo sentido abunda el entonces prefecto de la Casa Pontificia, Georg Gänswein: ‘Benedicto XVI, que había llamado a Gotti Tedeschi al IOR para sacar adelante la política, se sorprendió mucho por la destitución del profesor. El Papa lo estima y lo quería mucho, pero, por respeto de las competencias de los que tenían responsabilidades, eligió no intervenir en ese momento’.
Hace unos meses uno de estos cardenales influyentes, miembro del C 9, y con indudable autoridad moral en la lucha contra la pederastia, me transmitió sus sospechas respecto al caso. De acuerdo con él, todo podría tratarse de una jugada de la mafia vaticana para frustrar las reformas económicas y financieras que, de modo eficaz, estaba impulsando Pell en el citado C9. Cuando le pregunté, sorprendido, si los tentáculos de la mafia italiana podían llegar a Australia me contestó con seriedad: “Ni te puedes imaginar su alcance”.
Una historia ya conocida
Casualmente, muchas de las personas que se han esforzado por adecentar las finanzas vaticanas han corrido la misma suerte. Por un motivo o por otro, su afán siempre se ha visto frustrado.
Para empezar, podemos referirnos al caso, especialmente desconcertante, de Ettore Gotti Tedeschi. Designado por Benedicto XVI como presidente del Instituto para las Obras de Religión (popularmente conocido como "banco vaticano") en 2009, Tedeschi se afanó en incrementar la transparencia vaticana, y en independizar los organismos financieros del poder omnímodo del cardenal Bertone. Y quizá llegó más lejos de lo que ciertos poderes ocultos podían tolerar: en 2012 fue apartado de su cargo sin el beneplácito de Benedicto XVI, y mientras los funcionarios vaticanos le acusaban, abiertamente, de desequilibrado mental.
No sólo el Pontífice nunca consintió la destitución de Gotti Tedeschi, sino que, tal y como relata en sus Últimas conversaciones, ésta, que fue anunciada como una decisión personal del Papa, le sorprendió viendo las noticias en la televisión: “Supe por las noticias que yo había destituido a Gotti Tedeschi”. En este mismo sentido abunda el entonces prefecto de la Casa Pontificia, Georg Gänswein: ‘Benedicto XVI, que había llamado a Gotti Tedeschi al IOR para sacar adelante la política, se sorprendió mucho por la destitución del profesor. El Papa lo estima y lo quería mucho, pero, por respeto de las competencias de los que tenían responsabilidades, eligió no intervenir en ese momento’.
Ettore Gotti Tedeschi
Similar suerte corrió el sacerdote riojano, y miembro del Opus Dei, Lucio Ángel Vallejo-Balda. Nombrado por Benedicto XVI secretario de la Prefectura de Asuntos Económicos de la Santa Sede y posteriormente ascendido por el Papa Francisco para organizar la Comisión Pontificia Referente a la Organización de la Estructura Económico-Administrativa de la Santa Sede, fue arrestado en 2015 por la gendarmería vaticana y permaneció como preso pontificio durante más de un año. ¿El motivo? Revelación de secretos, incluido un audio del Papa, para su publicación en un libro.
Lucio Vallejo-Balda fue acusado de filtración y publicación de documentos reservados
Libero Milone: "Quiero ser claro, no he dimitido voluntariamente"
Lo cierto es que tanto Gotti Tedeschi como Vallejo Balda como el propio Libero Milone tienen algo en común: Temieron por su vida mientras trataban de echar Zotal en la estructura económico-financiera del Vaticano.
Quién sabe si tras el proceso contra el cardenal Pell hay eso mismo que había tras la dimisión forzosa de Milone, la cacería contra Vallejo Balda y la delirante destitución de Gotti Tedeschi: un intento desesperado por preservar el hediondo statu quo de las finanzas vaticanas.
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