Juan Cuatrecasas, padre de una víctima de abuso sexual en el colegio del Opus Dei
La Iglesia tiene estos días una oportunidad vital de supervivencia. No es baladí. La próxima reunión del Papa Francisco con los obispos en Roma debiera ser una lavadora con suficiente jabón para suponer un antes y un después en los casos y la trama de pederastia en la Iglesia de Pedro.
Primero por las víctimas, menores de edad, algunos ya adultos, que se vieron un día violentados física y psicológicamente en plena formación y estructuración de sus personalidades. Alguien, un depravado y desequilibrado, manzana podrida en el gran cesto eclesiástico, encendió una mecha horrible que nunca acaba de cortocircuitarse, que sigue avanzando noche y día en las inocentes mentes afectadas, abusadas y agredidas.
Es un largo proceso, interminable en muchos casos, que requiere cariño, afecto, comprensión, empatía y cercanía, además de medidas de acompañamiento en forma de reconocimiento público y expreso, y reparación, con terapias y protocolos de actuación efectivos y no cargados de trampas y dirigidos a una más que segura doble victimización.
Primero por las víctimas, menores de edad, algunos ya adultos, que se vieron un día violentados física y psicológicamente en plena formación y estructuración de sus personalidades. Alguien, un depravado y desequilibrado, manzana podrida en el gran cesto eclesiástico, encendió una mecha horrible que nunca acaba de cortocircuitarse, que sigue avanzando noche y día en las inocentes mentes afectadas, abusadas y agredidas.
Es un largo proceso, interminable en muchos casos, que requiere cariño, afecto, comprensión, empatía y cercanía, además de medidas de acompañamiento en forma de reconocimiento público y expreso, y reparación, con terapias y protocolos de actuación efectivos y no cargados de trampas y dirigidos a una más que segura doble victimización.
La iglesia tiene la oportunidad urgente ya de cambiar el curso de su historia con este lacerante asunto. Nosotros las víctimas les pedimos a los eclesiásticos que no rebajen sus expectativas antes de comenzar, que reformen sus protocolos sin miedos, cobardías o mala fe.
Porque las tres cosas se han unido durante siglos a la hora de tapar y revictimizar la voz de los niños y niñas afectados. Miedo a las consecuencias de una actuación vertical y contundente, cobardía frente al trato que debe darse a los abusados y agredidos y en muchísimos casos la siniestra mala fe del no reconocimiento y la difamación como piedras arrojadizas buscando anular al denunciante social, laboral y a todos los efectos.
La Iglesia Católica tiene una importante misión social y sólo si se depuran responsabilidades, se denuncian los casos de pederastia en sus filas, hay castigo al victimario y reconocimiento y reparación a las víctimas, sus víctimas, esa misión social tendrá todo el sentido que se pretende. Si esta reunión del Papa con los obispos se queda solo en el perdón y en las formas, será un fracaso más para añadir a su amplia colección de decepciones y caídas, a su descrédito del presente.
La Iglesia se prepara para este encuentro
Porque como bien escribió el filósofo Javier Sadaba "la verdad, sino es entera, se convierte en aliada de lo falso". Y ya es hora de que nuestra iglesia deje de ser aliada de lo falso. Solo la verdad os/nos hará libres.
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