Cardenal Spellman acusado de abusos
Lucian Truscott afirma que tras cada uno de los tocamientos que sufrió durante su conversación, el cardenal, él también en esa época vicario apostólico de las Fuerzas Armadas, le dio un regalo. "Lo hizo una y otra vez, y yo seguía haciéndole preguntas y grabando sus respuesta como si no pasara nada. Abandoné la residencia del cardenal aquel día con un par de pisacorbatas, tres llaveros, y un par de alfileres de corbata bañados en oro", escribe el periodista.
Truscott se dice horrorizado de que los tocamientos del cardenal Spellman los sufriera en presencia del secretario del purpurado y dos cadetes más, y revela que no denunció los hechos porque estaba convencido de que no lo iban a creer. Pero ahora, el escritor se arrepienta de haber tomado el episodio con sus compañeros como una broma, dadas las revelaciones de los últimos meses de pederastia en la Iglesia.
"Yo no fui una víctima inocente. Yo era un adulto, un cadete en West Point, yo sabía (que estuvo mal)", reflexiona Truscott. "No me cabe la menor duda de que si (el cardenal Spellman) era capaz de toquetear un cadete de West Point delante de tres testigos en su residencia... incluyendo a un monseñor (su secretario), habría pasado muchos años participando en abusos de otros jóvenes y, quizás, niños", lamenta el escritor.
El cardenal "Mary", o "Burbujas"
Durante décadas se ha especulado con la posibilidad de que viviera una homosexualidad oculta el cardenal Spellman. Al hombre que se ganó el mote "El Motor" por su influencia y sus amistades con políticos conservadores como el entonces director del FBI, J. Edgar Hoover, el senador anticomunista Joseph McCarthy o el entonces vicepresidente Richard Nixon también le seguía otros apodos, como el de "Mary", como revela Truscott, o el de "Burbujas", como afirma el American Conservative.
Durante décadas se ha especulado con la posibilidad de homosexualidad del cardenal
Varias biografías publicadas sobre el cardenal han resaltado como su imagen pública de moralista ultraconservador chocaba con los rumores que circulaban sobre su vida privada, que incluían que los de que instaló espejos de suelo al techo en su baño o que mantenía una relación con un cantante activo en Broadway. Fueron episodios como estos que llevó al periodista Michelangelo Signorile a calificar en 2002 al cardenal de "uno de los homosexuales más notorios, poderosos y sexualmente voraces de la historia de la Iglesia católica norteamericana".
No hay comentarios:
Publicar un comentario