Mons. Battista Ricca favorecido por el Papa Francisco
Lo hacía más importante el hecho de que el último responsable de la economía vaticana y uno de los hombres del original Consejo de Cardenales que asesoraba al Papa Francisco, el cardenal australiano George Pell, pidiera licencia para defenderse en un juicio por pedofilia que se celebraba en Australia y que ha acabado con el prelado en prisión. Pero durante mucho tiempo su cargo quedó en suspenso, de modo que podía decirse que el IOR iba solo. Con la supervisión de Mons. Ricca, claro.
El acelerado nombramiento no pasó desapercibido por la prensa, y fue el que, a una pregunta de una periodista en la primera rueda de prensa en vuelo, dio pie al famoso "¿Quién soy yo para juzgar?" papal, verdadero "pistoletazo de salida" de la Gran Dispensación que parecemos estar viviendo. Eran los primeros tiempos del pontificado, y un movimiento así podía resultar desconcertante. Hoy apenas levantaría una ceja, tanto ha llovido en ese sentido.
Escándalos que no son tomado en cuenta por el Papa Francisco
Y la actual reforma potencia el papel de "Prelato", es decir, de Mons. Ricca, como recompensa a su absoluta fidelidad. El nuevo Estatuto esteblace que, una vez nombrado por la Comisión Cardenalicia,el "Prelado" sigue la actividad del Instituto, participa en calidad de secretario en las reuniones de la propia Comisión y asiste a las reuniones del Consejo de Supervisión. En definitiva y a efectos prácticos, deja de ser un mero representante para tener su propio despacho y mediar entre los administradores y el resto. Podrá, incluso, nombrar libremente a un número dos.
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