El padre Antonio Casado abandonado a su suerte por Mons. Zornoza
El padre Cristóbal Flor Domínguez es un sacerdote de Vejer de la Frontera (Cádiz), Promotor de Justicia del Obispado de Cádiz y Ceuta, que presentó una querella criminal contra el Padre Antonio Casado ante el Tribunal Eclesiástico de Sevilla, a petición del Obispo Diocesano, Mons. Rafael Zornoza Boy
El padre Antonio Casado fue acusado por el padre Cristóbal Flor Domínguez ante dicho tribunal eclesiástico de gravísimos delitos, y pidió para él la expulsión del estado clerical, o el confinamiento en algún lugar. La denuncia del Promotor de Justicia del Obispado dio lugar al inicio de un procedimiento judicial contra el padre Antonio Casado, en el que también han participado el Vicario General de la diócesis, el padre Fernando Campos Rosa, y el ecónomo diocesano, el padre Antonio Diufaín Mora, para declarar en contra del acusado.
Los hechos denunciados por el padre Cristóbal Flor Domínguez guardan relación con la adopción que en su día hizo el padre Antonio Casado, para curar y salvar la vida de un menor, que fue abandonado por su madre a las puertas de un orfanato en Guinea Ecuatorial.
Mons. Rafael Zornoza Boy
Los abogados del acusado denunciaron la violación del derecho de defensa sufrida por el padre Antonio Casado a lo largo de este proceso, al negarle la práctica de pruebas que entienden esenciales para probar su inocencia. En la vista, el padre Antonio Casado respondió a las duras acusaciones hechas por su compañero sacerdote, el padre Cristóbal Flor Domínguez, explicando al Tribunal los pormenores y entresijos de ese complicado proceso de adopción de un menor, por el que fue denunciado. Además dejó claro que el Obispo diocesano, Rafael Zornoza conocía lo sucedido, ya que el propio sacerdote se lo había explicado en varias ocasiones.
Sin dar explicaciones públicamente, Mons. Zornoza mantiene suspendido del ejercicio ministerial a Antonio Casado desde hace ya un año. Al retirarle el destino parroquial, el sacerdote se ha visto obligado a cambiar de casa hasta en cinco ocasiones, sin que nadie del Obispado se haya preocupado en todo este tiempo por su salud, y sin que el prelado acceda a recibirlo, a pesar de habérselo pedido en más de diez ocasiones.
Padre Antonio Casado vive por la caridad de los amigos
Abandono total de un cura por parte de su pastor, así como de sus colaboradores más cercanos. Ni los vicarios episcopales, ni el delegado del Clero llamaron, visitaron o se preocuparon por la precaria situación del Padre Antonio. Sensibles al desprecio que sufre por las autoridades eclesiásticas, un grupo reducido de sacerdotes ha asumido voluntariamente el cuidado y manutención del Padre Casado, ayudándole a soportar la penuria en la que vive.
La desazón y el desconcierto cunden entre los feligreses de la diócesis, que se preguntan cómo es posible que en Cádiz, donde viven de cerca y a diario el drama de la inmigración, haya jerarcas convencidos de que proteger vidas es un delito, y que un Obispo pueda actuar contra un sacerdote bueno con tanta crueldad y sin dar explicaciones.
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